El último verano

Foto de Olaya Pazos

La pared del acantilado se adentraba en el mar como una enorme encía y el agua se adentraba en la playa como una lengua azul y en aquel paladar que abovedaba el cielo estábamos nosotros cuando caía ya la tarde y la gente se recogía, húmeda y feliz, llevándose en la piel las trazas del baño.

También estaba Ana, claro, sus ojos inflamados por el salitre, sus pies pequeños y morenos, su trenza alambicada, que nos miraba desde la distancia que marca lo inalcanzable, tiritando, envuelta en una toalla y , sin hablar, nos empujaba a subir más alto y saltar más lejos.

Y saltábamos –desde más alto y más lejos– para que Ana nos viera hacerlo y porque allí, en el aire y en el fondo del agua ocre de la tarde, éramos capaces de detener el tiempo.

Pero llegó el final, nos atrapó septiembre y cuando meses después volvimos a la playa, ya no había piedras desde las que saltar, ni hierba en la que Ana pudiera sentarse, ni eucaliptos en el horizonte, tan solo aquellas vallas que anunciaban la llegada de un mundo nuevo, un mundo que no era el nuestro, un mundo de cemento que nos indicaba que habíamos dejado atrás el último verano.

Texto de David Barreiro



6 comentarios:

  1. Me encanta este proyecto porque es algo que yo hago con algunos de mis alumns de literatura. A pesar de estar matriculados en Filología, es más habitual que se sientan atraídos por la fotografía que por los propios libros, así que les presento imágenes, cuadros, y les pido que escriban algo... Y funciona, como en este Rendezvouz... El diálogo de las artes! Mi enhorabuena!

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  2. Muchísimas gracias, Leticia. Y nos encanta lo que nos cuentas, se nota tu interés por motivar a tus alumnos, con una idea bellísima. Un placer que estés por aquí.

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  3. Precioso chicos, me gusta mucho disfrutaros!

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  4. Gracias Marta, para nosotros es un lujo que nos digas eso.
    :)

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  5. Como era de esperar, tres de tres. Enhorabuena. Me parece un proyecto precioso y novedoso, por lo menos para mi. Gracias.

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