El libro

Foto de Olaya Pazos
Absorto en la lectura, no oyó los engranajes oxidados de la noria al girar en dirección opuesta a las agujas del reloj –como si batallara contra el tiempo– ni los suspiros de los más miedosos viajeros circulares ni los chapoteos de los patos perdidos en aquel lago artificial en mitad de la ciudad.

Atrapado en el enjambre de adjetivos, verbos y metáforas, no sintió frío en los dedos que pasaban las páginas con ansiedad ni apreció cómo la luz de la tarde comenzaba a flaquear y las primeras gotas de lluvia anunciaban la tormenta que pronto llegaría.

Perdido en el sueño de la ficción, en el laberinto de diálogos, descripciones y personajes de aquel libro que yo le acababa de regalar, ni tan siquiera se dio cuenta de que me abrochaba el último botón del abrigo, me subía las solapas, me enfundaba los guantes de cuero, me levantaba y me iba de allí pisando la arena con pesadez y dejando la silla metálica vacía a su espalda mientras él seguía leyendo esas palabras que, en otros cuerpos, con otros nombres, explicaban nuestra historia, que contaban lo que nunca me había atrevido a decir.

Texto de David Barreiro.

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