Pont Marie

Foto de Olaya Pazos

Esperaba tumbado en la cama viendo el humo del cigarrillo que salía de mi cuerpo, como una promesa incumplida o una mentira piadosa, y se enroscaba alrededor de la bombilla desnuda y apagada y te imaginaba ante el ventanal de la ferretería de la rue Falconnier –aquella obsesión metálica y cilíndrica por tuercas y tornillos– y me levantaba y sacudía la sábana despojándola de los pedazos de noche, del sudor frío, de la ausencia de sueños mientras tú sorteabas las bandadas de turistas, los coches atascados, los semáforos en rojo y cruzabas tu puente, el pont Marie, y ya sí, ya entonces abría la ventana y te veía pasar por el Quai de Bourbon con las manos en los bolsillos y la mirada en los adoquines como arrastrada por la corriente de aquel Sena turbio y gélido como nosotros y entonces no eras más que eso, una mujer que pasa, alguien que se va, no la piel húmeda y la voz que susurra y el olor a madrugada y el silencio.

Entonces no eras aquel silencio y así quise recordarte siempre, unos pasos que se alejan entre el ruido de la calle al despertar.


Texto de: David Barreiro.

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