tag:blogger.com,1999:blog-22163303945235872182024-03-04T23:06:28.460-08:00rendez-vousUnknownnoreply@blogger.comBlogger25125tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-59355962652635394572015-05-19T12:14:00.000-07:002015-05-19T12:14:17.827-07:00El fin del mundo<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHfPofJCQH-aOI_lfGFHPq3bBrFz-NJMZLXEo5RpeTFLpRfKMJ2rKhmy65orJuTDOmXWuR-TjR4MLhDYUJBnm49oklCkhvGGAQOVAAJEmIY-4RHBoKSc6Zw-j2YKC8hXX7AZCf8JOGi3cC/s1600/op25.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHfPofJCQH-aOI_lfGFHPq3bBrFz-NJMZLXEo5RpeTFLpRfKMJ2rKhmy65orJuTDOmXWuR-TjR4MLhDYUJBnm49oklCkhvGGAQOVAAJEmIY-4RHBoKSc6Zw-j2YKC8hXX7AZCf8JOGi3cC/s1600/op25.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">© <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b></td></tr>
</tbody></table>
<br />
– Parece el fin del mundo.<br />
La niebla se posaba sobre la carretera con la calma y persistencia que anochece en verano y tú conducías a más velocidad de la debida dibujando dos roderas sinuosas en el asfalto, huellas secas y pasajeras que pronto la bruma borraría.<br />
Se acabó la última canción y el disco comenzó de nuevo pero ninguno hizo ademán de cambiarlo para evitar un solo instante de silencio. Tú clavabas la mirada en la línea blanca intermitente y yo en los árboles que se vencían sobre la carretera, la espesura que ocultaba las entrañas de unos montes que me habían visto irme muchos años atrás.<br />
Pronto anochecería y el valle se hundiría en la misma oscuridad en la que desde hacía tanto tiempo habitábamos, ese territorio de ruido y urgencia de la ciudad en el que nunca disponíamos del tiempo suficiente para encontrarnos. Esa cosa llamada vida, tan chapucera, que me había arrinconado en un lóbrego lugar desde el que, sin mirarte, respondí:<br />
– No lo parece, lo es.<br />
Y me arrellané en el asiento, posé la cabeza en la ventanilla y cerré los ojos para que el sueño me hiciera olvidar el fin de nuestro mundo.
<br />
<br />
<br />
<br />
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-1986171095565382772015-05-07T06:47:00.003-07:002015-05-07T06:50:52.835-07:00La casa<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNGQXIpVRNOyFCAiXrRD_pdSLVYxB8syDNck4drDfhuFlZbQufSy0rFkZoTAO3-To6pT9zcb8ktQaOX7aaC-CZPywHKTrtDGZdDHVVlIxlo6ceurd27CUpWz9w5ZKs8NkTNe3bQZoZYi5m/s1600/op.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNGQXIpVRNOyFCAiXrRD_pdSLVYxB8syDNck4drDfhuFlZbQufSy0rFkZoTAO3-To6pT9zcb8ktQaOX7aaC-CZPywHKTrtDGZdDHVVlIxlo6ceurd27CUpWz9w5ZKs8NkTNe3bQZoZYi5m/s1600/op.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">© <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<br />
<br />
Apenas tardamos unas horas en hacer el hatillo de tu vida: algunas cajas de libros, otra de discos, varios álbumes de fotografías, un par de maletas de ropa, una lámpara que compraste en algún viaje ritual. Dejas atrás todo lo demás, se lo vendes a precio irrisorio al nuevo inquilino de tu ático en el infierno, que dormirá en tu cama, comerá en tu mesa, se mirará en tu espejo. Nada de eso te importa, vives anclada al presente y no hay espacio en tu forma de entender el mundo para la nostalgia o las expectativas, pasado y futuro quedan solapados por la luz cegadora del ahora y el aquí. Eres hija del presente. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pronto has escogido, como un gato, tus lugares en la casa y los objetos parecen haber cobrado vida con tu llegada. Nadie había encendido jamás aquella lámpara arrumbada en el despacho ni había sacado del estante la cubertería que un banco un día me regaló a cambio de haberles fiado mi hipoteca, mi nómina, mi vida administrativa y, en cierto modo, íntima, las cifras que mejor pueden explicarme. La casa te aprecia, se lo noto, y yo disfruto de esa nueva luz que desprenden las paredes, como si todas ellas fueran de cristal, como si habitáramos una pecera y, escualos olvidadizos, nos encontráramos constantemente como si fuera la vez primera. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De vez en cuando sales y contemplas los árboles desnudos que tiritan a la espera de una primavera tardía y las palas del molino que nos dan sombra y parecen rozar las nubes hinchadas en cada giro. Poco después vuelves a entrar, te sientas en el sillón que has hecho tuyo, abres un libro y te pones a leer, como si no existiera mundo afuera. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque, quizás, no existe.<br />
<br />
<br />
<br />
Texto de <b><a href="http://www.davidbarreiro.es/" target="_blank">David Barreiro</a></b><br />
<br />
<br /></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-23191459862068709752014-07-11T01:54:00.003-07:002014-07-11T01:54:37.005-07:00Nada <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU2EEynp9BeWAv3ll_dlJdHzCPwvO2Q3gNAfWaf5fW-pIwZ615cNcApQF25UTuIEbdxKEBjCRJSoi02AxKETir7mdPoJMqKUD_CZSAyHY9Z3GpvvsN7mg1uJntqHtvzRLpgDUvDUEENRSw/s1600/op.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU2EEynp9BeWAv3ll_dlJdHzCPwvO2Q3gNAfWaf5fW-pIwZ615cNcApQF25UTuIEbdxKEBjCRJSoi02AxKETir7mdPoJMqKUD_CZSAyHY9Z3GpvvsN7mg1uJntqHtvzRLpgDUvDUEENRSw/s1600/op.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Hilge y Elva iban siempre una al lado de la otra, como el amor y el miedo. Las veía pasar todas las mañanas mientras mi padre y yo desayunábamos en aquel pequeño café de Skanegatan que cerró un verano por reformas y nunca volvió a abrir. El ventanal que me separaba de aquellas hermanas es ahora un muro de ladrillo por el que se cuelan los ratones y el pasado, ese pasado en el que mi padre sigue tomando café solo y un pastel de canela mientras hojea el periódico, algunos años antes de que hiciera la maleta y se fuera de casa, de Estocolmo y de mi vida sin despedida alguna. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En clase, Hilge y Elva siempre parecían estar pensando en otra cosa, pasaban las horas mirando por la ventana y cuando los profesores las regañaban suspiraban como si les resultara agotador explicarles aquello en lo que pensaban. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En la fiesta de graduación, armado de valor y de ginebra, me acerqué a ellas, que estaban sentadas en una de las gradas del polideportivo, y les pregunté qué iban a estudiar. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
– Nada – respondió Hilge y, unos segundos después, Elva lo reafirmó. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
– Nada. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
– ¿Cómo se puede no hacer nada? </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se rieron y, después de mirarse fugazmente, se levantaron y se fueron. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nunca volví a verlas y, por más que he preguntado a los antiguos compañeros de clase, nadie sabe de ellas. Hilge y Elva se esfumaron, como mi padre haría años más tarde, y desde entonces cuando alguien me pregunta qué quiero hacer en la vida, siempre pienso en ellas y respondo: </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
– Nada. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Algo que, por otro lado, no ha sido tan difícil conseguir.</div>
<br />
Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com.es/" target="_blank">David Barreiro</a></b>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-56781645192205033472013-02-13T08:26:00.002-08:002013-02-13T09:15:33.736-08:00El viaje<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7dS1-MviK71K9isq9mYuw3YYKdDL4-DbVzsrc2C4ubwkk2eRiE6p-yHdZOKaNE2Fm1A3Z4svvXtjgJRzUNa2uvIaXra-0UO4XpwwrlzBKo8-qiWrwXveDlb3Cf8lm7vxg6rQkwjXcpyCN/s1600/OP3.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7dS1-MviK71K9isq9mYuw3YYKdDL4-DbVzsrc2C4ubwkk2eRiE6p-yHdZOKaNE2Fm1A3Z4svvXtjgJRzUNa2uvIaXra-0UO4XpwwrlzBKo8-qiWrwXveDlb3Cf8lm7vxg6rQkwjXcpyCN/s1600/OP3.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
– Saca la mano por la ventanilla.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aquella era la última medida, si no funcionaba tendríamos que parar.</div>
<div style="text-align: justify;">
Jaime me dio la mano, mamá me animó con unos golpecitos en la pierna y papá me miró a través del retrovisor. Éramos un equipo, todos unidos para obtener nuestro propósito. Abrí la ventanilla y saqué los dedos. Al instante me sentí mucho mejor y, aunque aún no tenía fuerzas para hablar, sonreí para que comprendieran que lo peor había pasado. Mamá aprovechó el momento de silencio:</div>
<div style="text-align: justify;">
– Vas demasiado rápido.</div>
<div style="text-align: justify;">
– Es un Audi – alegó papá, aunque pisó el freno y redujo una marcha.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pasaron otros cinco minutos de sosiego y me entretuve observando el sol que se filtraba entre las ramas de los árboles, como alquien que se cuela en una fiesta a la que no ha sido invitado. Sin embargo, después de una de las curvas, sentí que algo se removía en mi interior.</div>
<div style="text-align: justify;">
– Para – dije.</div>
<div style="text-align: justify;">
Papá no solía hacer caso a nadie, mucho menos a su hija de doce años, pero temía por la tapicería de su Audi y frenó en seco.</div>
<div style="text-align: justify;">
Me bajé a toda prisa, me acerqué a la cuneta y mamá me sujetó la frente.</div>
<div style="text-align: justify;">
– No pasa nada, cariño, no pasa nada – me decía.</div>
<div style="text-align: justify;">
Volví al coche con los ojos llorosos y mamá entró después dando un portazo.</div>
<div style="text-align: justify;">
– Vete despacio, haz el favor.</div>
<div style="text-align: justify;">
Papá me miró por el retrovisor y me dio un pañuelo de papel.</div>
<div style="text-align: justify;">
– ¿Estás mejor?</div>
<div style="text-align: justify;">
Asentí. </div>
<div style="text-align: justify;">
– No es culpa tuya – dijo mamá.</div>
<div style="text-align: justify;">
Claro que no lo era. Yo nunca me mareaba, en ninguna carretera, por muchas curvas que tuviera. Daba igual lo que hubiera desayunado, daba igual si me pasaba todo el trayecto leyendo, jugando o mirando hacia atrás, hacia el mundo que abandonábamos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, aquel viaje era diferente. Al final de aquella carretera nos esperaba el pueblo, la abuela, la playa, los mosquitos, las noches, Marco.<br />
Al final de aquella carretera estaba una eternidad llamada verano.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;">Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></span><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"> </a></div>
<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-13204170694255045902012-11-19T11:56:00.001-08:002012-11-19T13:53:23.011-08:00El barco<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy6yhQo72XbZx1LHgm9neWvR-zv73ZvoJY_IBmchF7Z8q6CUu24Jb3bXRsEc5QddCwC51NpfpKUqiHR5t-ol__8svm9l-1YFbMNRuVUmifvrqqpMrB0nx7xG2GwsXAvPY64YxgGXHbgr0_/s1600/olayapazos3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy6yhQo72XbZx1LHgm9neWvR-zv73ZvoJY_IBmchF7Z8q6CUu24Jb3bXRsEc5QddCwC51NpfpKUqiHR5t-ol__8svm9l-1YFbMNRuVUmifvrqqpMrB0nx7xG2GwsXAvPY64YxgGXHbgr0_/s1600/olayapazos3.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Fotografía de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
Quizás con el fin de que fuese lo único que se perpetuara en nuestra memoria, quizás porque las calles abotargadas de Shibuya o el trepidante traqueteo del metro no merecían tal honor, el caso es que en cuanto llegamos decidimos vivir en aquella proa en mitad de la calle que apuntaba con obstinación hacia un sur que nunca llegamos a alcanzar. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pronto descubrimos que contrariamente a lo que siempre habíamos pensado irnos resultaba dolorosamente fácil y por más que se agitaran algunos pañuelos y se derramaran algunas lágrimas en el aeropuerto en el fondo no era tan difícil, no necesitábamos más que un par de maletas livianas y echar a caminar. No teníamos que acarrear ninguna tragedia con nosotros porque, tal y como comprobaríamos al regresar, nuestro mundo seguiría como lo habíamos dejado: la tristeza campando por los bares, el asperón acumulándose en la calle, la esperanza hundida en el baúl bajo la ropa de invierno. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recuerdo de aquellos años en que, como tú decías, conquistamos Japón, las horas que pasabas en aquel rascacielos de Shinjuku y yo seguía por los camarotes de nuestro barco la reminiscencia de tu perfume y recuerdo también aquellos amaneceres o atardeceres –la misma luz compartían–, en que solía subir a cubierta para ver la migración de las nubes y escuchar el graznido de los cuervos, funambulistas sobre el tendido eléctrico que se afanaban en emular para completar nuestro sueño el lloriqueo de las gaviotas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los viajes por la isla, las noches en los restaurantes del centro y los paseos por el parque se han quedado atrapados para siempre en los álbumes de fotografías que nunca hemos vuelto a abrir. En mi memoria tan solo quedan las horas en el barco, tú de pie con la corbata recta a punto de salir o recién llegado con algo de sake en la mirada y yo asomada a la ventana, observando el proceloso asfalto. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y por fin tu contrato expiró y todo allí se acabó y nos volvimos, volvimos con el silencio y un pronombre que es como regresan quienes se van un día sabiendo que volverán porque en el fondo, nunca dejaron el mar, nunca abandonaron el barco. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></span></div>
</div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-31967622422454479682012-10-18T07:05:00.001-07:002012-10-18T07:22:19.286-07:00Huir<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8t-YnK2Psf4l0X1ZuUgfJggb81Z1gr3lOlrWYo_WFKy8H-n0sw-5n5JTc48O4m2zOmW9ZQqj9GILFCHKEybK8vwcJRaZ_p15mE64FpE3PRrOPsG6wGxONmC6aA6rd6HYUde_zWw6yCU5x/s1600/occidente2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8t-YnK2Psf4l0X1ZuUgfJggb81Z1gr3lOlrWYo_WFKy8H-n0sw-5n5JTc48O4m2zOmW9ZQqj9GILFCHKEybK8vwcJRaZ_p15mE64FpE3PRrOPsG6wGxONmC6aA6rd6HYUde_zWw6yCU5x/s1600/occidente2.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto: <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Podía enumerarlas. Podía enunciar una a una todas las razones.
Las corbatas que me oprimían el cuello, los trajes de todas las variedades de marrón, los zapatos siempre brillantes. No puedo olvidarme, claro, de las tarjetas perfectamente colocadas en el tarjetero metálico y de las sonrisas, también metálicas, que debía dedicarle a los clientes en cuanto entraban por la puerta. Estaban también las conversaciones repletas de tópicos junto a la máquina del café y, por supuesto, aquellas horribles reuniones que se prolongaban durante horas mientras afuera, en la calle, transcurría la vida. Ya no podía soportar los comentarios sarcásticos de mi jefe ni las paredes desmontables del despacho ni las celdas de Excel, esas rejas en las que pasaba tantas horas encerrado. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Compré aquella casita cerca del mar con un terreno en ligera pendiente en el que plantaría lechugas, tomates y patatas. Así hice durante más de un año con la ayuda de los vecinos del pueblo que me miraban como si fuera un extraterrestre que tratara de comprender los rudimentos de la vida humana. En ese tiempo recibí la visita de algunos amigos que, al verme hundido en el fango de la rutina agrícola –las manos hinchadas, las botas embarradas, la cara morena de los días a la intemperie–, me sacaban fotos con el teléfono móvil para compartirlas con los demás cuando volvieran. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo era feliz, porque había logrado escapar. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Eso creía. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aquella tarde, como todas las tardes, me senté a tomar el café en el banco de piedra que hay junto a mi puerta y observé la casucha de Juan, el vecino. Vi la pared descascarillada, como un viejo mapa, las tejas de pizarra mordidas por el tiempo y me fijé en que el mundo que soñaba, el mundo al que Juan deseaba huir, era aquella ventana que una y otra vez pintaba de azul celeste, ese azul que el cielo nunca tiene por aquí. Junto a la casa estaba Nabucco, su caballo asturcón de rubias crines que, ante la inminente tormenta, ocultaba la cabeza entre los matorrales. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Supe entonces que cuando huimos nuestros miedos viajan con nosotros. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y que a la mañana siguiente, volvería a la ciudad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto: <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-76241859508841076252012-08-24T01:30:00.000-07:002012-08-24T01:30:48.688-07:00Nuestras posibilidades<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbYXeYndcbKWqy_ul75oEjLdtPTTQY07IqsC3-vAKPODS3_E178qei2yn0_h_wT-cyt7yrIM_ZSLND8-L0rIhqhtfyg2V1z-XVnaQKmwRpa7pa8t4VUgDfqYUAPrrt_RfhPvokKX-BKNhx/s1600/ventanas.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbYXeYndcbKWqy_ul75oEjLdtPTTQY07IqsC3-vAKPODS3_E178qei2yn0_h_wT-cyt7yrIM_ZSLND8-L0rIhqhtfyg2V1z-XVnaQKmwRpa7pa8t4VUgDfqYUAPrrt_RfhPvokKX-BKNhx/s1600/ventanas.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
El horizonte era aquel muro gris salpicado de ventanas que veíamos cada tarde allí sentados en un descampado por donde hoy, tantos años después, pasa la autopista que, como una cicatriz, atraviesa nuestro barrio.
Nos sentábamos allí y veíamos cómo el sol iba modelando la realidad de las ventanas: las sombras se alargaban, las cortinas se teñían de tarde. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Quizás sea producto de mi imaginación, uno de esos recuerdos de algo que nunca existió, pero en mi memoria pervive una amplia sábana fucsia en mitad de la pared como una bandera izada, símbolo quizás de la lucha que todos allí emprendíamos por sobrevivir, aquella batalla perdida contra quienes nos acusaban de vivir por encima de nuestras posibilidades. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vivíamos, en realidad, bajo ellos, nuestras cabezas aplastadas por sus pies, sometidos por la amenaza del paro y la pobreza, en ese inhóspito lugar llamado miedo.
Pero resistimos y un día el viento desplazó los nubarrones, el mismo viento que izaba aquella sábana fucsia que, tantos años después, sigo viendo allí, en mitad de la pared, aunque nunca llegara a existir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-41647252769991771062012-07-23T04:03:00.000-07:002012-07-23T04:29:48.241-07:00Tiempos difíciles<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCqH0RkqsHvM3jbHy_CmfV8wkMe9kGYnuBWMGUDjLpXjzaobh1q5qiRhFXvXixS9QwphDIMUhJ_gknqN8FBbu8FtVB3T1CsknxULYMqgZ4roFmqFCjPb60-WvzMPTWH_KRCfQLMx6Mgfhb/s1600/romana.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCqH0RkqsHvM3jbHy_CmfV8wkMe9kGYnuBWMGUDjLpXjzaobh1q5qiRhFXvXixS9QwphDIMUhJ_gknqN8FBbu8FtVB3T1CsknxULYMqgZ4roFmqFCjPb60-WvzMPTWH_KRCfQLMx6Mgfhb/s1600/romana.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Hay lugares que no albergan en su interior más que una luz lejana, el brillo de una estrella que tiempo atrás se apagó.</div>
<div style="text-align: justify;">
El esplendor es un eclipse, súbita y bella oscuridad, una tristeza esperada, una nostalgia por todos convenida.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los barcos llegaban al amanecer y, como si aplaudieran, las contraventanas golpeaban la pared. </div>
<div style="text-align: justify;">
Las esquirlas caían entre los adoquines y algunos las recogían y las pegaban al oído para escuchar los secretos que ocultaban.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las mujeres nunca salían a los floridos balcones, sino que se apoyaban en las cornisas de las ventanas, quizás porque eran sirenas y no querían que viéramos su cola plateada.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sonreían, a pesar de que los hombres negaban con la cabeza y maldecían la escasa pesca.</div>
<div style="text-align: justify;">
Eran tiempos difíciles, decían, aunque nadie, ni los más viejos del pueblo, habían conocido los tiempos fáciles.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero ellas seguían sonriendo. Aunque sus hombres volvieran con las manos vacías, eran sus manos.</div>
<div style="text-align: justify;">
Hace años que ya no hay barcos ni pesca ni mujeres sonrientes.</div>
<div style="text-align: justify;">
De vez en cuando el tacón de alguna turista despistada se introduce entre dos adoquines y destroza un secreto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Texto: <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-71155291136804693552012-07-05T04:43:00.001-07:002012-07-05T04:49:58.938-07:00La luz quebradiza<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCG4f6_YonIadduvd7NcSCoBUELZ6lVEATLljMGlRC96wMP5U7FE0F5mkTvwfqOHQ6NrqFeZzO8ZbjVjBFtlOiOvsEyO5ehjGCv9DCpKv5uyFd9IG1ZBP-WWk2ui5IFs83J1XOXg6zLkRb/s1600/olayapazosniebla2.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCG4f6_YonIadduvd7NcSCoBUELZ6lVEATLljMGlRC96wMP5U7FE0F5mkTvwfqOHQ6NrqFeZzO8ZbjVjBFtlOiOvsEyO5ehjGCv9DCpKv5uyFd9IG1ZBP-WWk2ui5IFs83J1XOXg6zLkRb/s1600/olayapazosniebla2.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Fotografía de <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Como si quisieran prepararnos para la llegada de la noche, como si intentaran protegernos de una oscuridad aún inexistente, las farolas se encendían al caer la tarde y, como perlas en lóbulos de una mujer hermosa, brillaban y se multiplicaban en el cristal a través del que observaba la niebla descender y tapar los árboles, esos pinos tan verdes que parecían irreales, como las maquetas que mi padre, en sus viajes de trabajo, me traía de lugares remotos. En el suelo de la sala de estar intentaba reproducir con casitas de plástico, vías de tren metálicas y hombrecillos de cartón la realidad que veía a través del cristal, la vida tranquila del pueblo en el que tan solo pasaba, sin detenerse, el mercancías lleno de humo, ruido y progreso, rumbo a la ciudad. El único movimiento que recuerdo en el pueblo era el balanceo chirriante de la mecedora en la que, a mi lado, mi madre se sentaba a tejer y esperar por mi padre hasta que, ya de madrugada, llamaba por teléfono para decir que había habido una complicación y no podría volver a casa. Mi padre vivió siempre en la carretera y allí también murió, en una curva, una tarde de niebla en la que quiero pensar que las farolas ya encendidas lo arroparon antes de adentrarse en la oscuridad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-25343253603169438922012-06-05T04:07:00.003-07:002012-06-05T04:08:11.619-07:00El libro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXRdVC_IEDG7xWK_fZvgYtJUfQvqpdB0Zj9aAZVqQgrBb1pG-3F1M3X-SaspL1SCH_XeHY0XnaoUo60RoOwPbabzL4pwgOwePlQUsZZvR4IjyPj7mf-7GibfQ2RYpVOrDkBwLw55qn9MLx/s1600/noria.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXRdVC_IEDG7xWK_fZvgYtJUfQvqpdB0Zj9aAZVqQgrBb1pG-3F1M3X-SaspL1SCH_XeHY0XnaoUo60RoOwPbabzL4pwgOwePlQUsZZvR4IjyPj7mf-7GibfQ2RYpVOrDkBwLw55qn9MLx/s1600/noria.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
Absorto en la lectura, no oyó los engranajes oxidados de la noria al girar en dirección opuesta a las agujas del reloj –como si batallara contra el tiempo– ni los suspiros de los más miedosos viajeros circulares ni los chapoteos de los patos perdidos en aquel lago artificial en mitad de la ciudad.<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Atrapado en el enjambre de adjetivos, verbos y metáforas, no sintió frío en los dedos que pasaban las páginas con ansiedad ni apreció cómo la luz de la tarde comenzaba a flaquear y las primeras gotas de lluvia anunciaban la tormenta que pronto llegaría.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Perdido en el sueño de la ficción, en el laberinto de diálogos, descripciones y personajes de aquel libro que yo le acababa de regalar, ni tan siquiera se dio cuenta de que me abrochaba el último botón del abrigo, me subía las solapas, me enfundaba los guantes de cuero, me levantaba y me iba de allí pisando la arena con pesadez y dejando la silla metálica vacía a su espalda mientras él seguía leyendo esas palabras que, en otros cuerpos, con otros nombres, explicaban nuestra historia, que contaban lo que nunca me había atrevido a decir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"><b>David Barreiro</b></a>.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-19844631974090872132012-05-04T05:05:00.000-07:002012-05-04T05:05:23.763-07:00Nuestro mundo<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKzdVnC2NerYsx43wxLILQlxIpxHoDZgP9T32VURfjchuYZQJ2uiLJeBpInuRtm2gIpn1SfK5g7uW16ddrEtlikoWVKczDV6TUVp8Pu_PJBFuXq8BECmlme-k4ZLSdV-dwmVN66mfDU4bw/s1600/niebla.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKzdVnC2NerYsx43wxLILQlxIpxHoDZgP9T32VURfjchuYZQJ2uiLJeBpInuRtm2gIpn1SfK5g7uW16ddrEtlikoWVKczDV6TUVp8Pu_PJBFuXq8BECmlme-k4ZLSdV-dwmVN66mfDU4bw/s1600/niebla.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" rel="nofollow" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Mi madre solía
sentarse ante la ventana de madera blanca de la cocina y, dejando el vaho de
sus palabras sobre el cristal, trataba de adivinar lo que encerraba la
espesura, los árboles, arbustos y matorrales recortados en aquellos días grises
de mi infancia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La niebla se
quedaba atrapada entre el circo de montañas durante todo el verano como un sueño recurrente y mi madre
achicaba los ojos intentando entrever más allá de la bruma la figura de mi
padre que se había marchado un martes cualquiera algunos años atrás para no
volver.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Desde aquella
ventana la niebla era una mullida cama de oxígeno e hidrógeno en la que creía
poder tumbarme a soñar otros mundos, pero en cuanto salía y recorría el sendero
que llevaba hasta el bosque no hallaba más que la opresiva sensación de un
cielo bajo que me empapaba de su grisalla, que me impelía a regresar a casa a
cuidar de la nostalgia de mi madre como ella cuidaba de mí a base de <i>fabes</i> y
besos, de caricias y paños húmedos aquellas madrugadas en las que la fiebre alborotaba la rutina.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un buen día fueron
mi madre y su melancolía las que enfermaron y se diluyeron entre la niebla y
fue entonces cuando, como había hecho mi padre mucho tiempo atrás, salí de aquella
casa, atravesé el bosque y salí al campo abierto de la madurez, allí donde ya no
te protegen los arrumacos maternos ni la calima, sino que pasas los días y las
noches a la intemperie, en un inhóspito lugar que ni tan siguiera imaginábamos
que existiera mi madre y yo cuando observábamos la trama de mundo que nos
correspondía, nuestro mundo, a través de la ventana de madera blanca de la cocina.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com.es/" target="_blank"><b>David Barreiro</b></a></div>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-22850256027907311192012-04-16T06:32:00.000-07:002012-04-23T09:02:53.025-07:00Tocar el cielo<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcCq_7DAOybT-yum0VyC_qE6lKP_wR00cqfMtH_6nu8dlBRnpL3lnndGA2iCKbGbbKgtpbL7omObs-9gzkBDokrQzCi2Vfj_0fwcSdzp31V9QHD_P0jCqgaU1U71Ovh9QxzRbl1QXnI3eY/s1600/globos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcCq_7DAOybT-yum0VyC_qE6lKP_wR00cqfMtH_6nu8dlBRnpL3lnndGA2iCKbGbbKgtpbL7omObs-9gzkBDokrQzCi2Vfj_0fwcSdzp31V9QHD_P0jCqgaU1U71Ovh9QxzRbl1QXnI3eY/s1600/globos.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Durante años, lo más cerca que podía estar del cielo era cuando me montaba con mi padre en aquellos globos del parque de atracciones que giraban a toda velocidad dándome la impresión, en cada subida, de que llegaría a tocar las nubes panzudas con la yema de los dedos de la mano derecha mientras con la otra me aferraba al barrote y al presente, a esa tarde de sábado que estaba ahí con mi padre al lado: su voz grave, su intenso olor a calle y colonia, esa pelo entrecano como el que yo tengo ahora.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Iba a buscarme a casa a la hora de la comida y mamá me despedía apretándome con fuerza los cordones de los zapatos, subiéndome la cremallera del abrigo de un tirón y dándome sonoros besos que me humedecían los mofletes durante horas. Abría la puerta y me entregaba a él sin mirarle, sin hablar, uno parado y el otro ya en movimiento, como los atletas se pasan el testigo en una carrera de relevos, porque eso era yo al fin y al cabo, testigo y prueba irrefutable de que una vez se habían querido pero ya no quedaba entre ellos amor sino rastrojos.<br />
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mamá me había aleccionado a la perfección y yo sabía que papá no era trigo limpio, que se la había jugado con una compañera del departamento de administración de la fábrica de aluminio en la que trabajaba y que tarde o temprano –como así fue– le perdería la pista entre el bullicio de la vida, pero yo no podía evitar sentirme feliz en aquel parque de atracciones, comiendo aquellos enormes helados que se retorcían como la llama olímpica o subiéndome a aquellos globos de colores en los que, con mi padre al lado, tan cerca estaba de tocar el cielo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-52180423854518672112012-03-26T08:03:00.000-07:002012-03-29T09:48:34.153-07:00No era yo<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDX_fHF9cLAegRD2Rtu0WULcgndVilcHkNBtNtcHaV6Zorq6AYb-kePzxJKlwlNbXJmaSxuo2h7bRZrDfA0vuU8feOqeNLLJeBhpCtNTnVcGE075N9ix6EHVNxcOqkXYImQwRopAd75VKZ/s1600/sombra.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDX_fHF9cLAegRD2Rtu0WULcgndVilcHkNBtNtcHaV6Zorq6AYb-kePzxJKlwlNbXJmaSxuo2h7bRZrDfA0vuU8feOqeNLLJeBhpCtNTnVcGE075N9ix6EHVNxcOqkXYImQwRopAd75VKZ/s1600/sombra.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<br />
Llevaba toda la vida tratando de componer una personalidad que había de ser proyectada a los
demás exactamente tal y como pretendía, sin que mediara
distancia alguna entre lo que yo quería mostrar y lo que ellos debían percibir.</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
Había construido la figura de un hombre culto, educado y respetado, edificado sobre los cimientos de una excelsa formación académica, las buenas relaciones con los otros profesores de la universidad, la ejemplar vida familiar –mi mujer era profesora titular en otra facultad, las niñas triunfaban en las olimpiadas matemáticas, en las obras teatrales escolares, en el equipo de voleibol o lo que fuera–, la asidua colaboración con distintas organizaciones no gubernamentales, el reconocimiento de la comunidad, sin saber qué englobaba aquella palabra.</div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
Y todo seguía así, asentado en la simetría entre lo que uno quiere ser y los demás quieren que sea hasta que, esperando por el ascensor en aquel centro cultural al que había acudido a presentar el libro de un colega de departamento, vi mi sombra recortada en la pared del piso superior, como si me mirara desde allí, de pie sobre el tiro de escaleras. ¿Ya estaba ahí? ¿Ya había llegado arriba? No, lo que estaba allí, aquello que me miraba y perseguía no era yo, sino mi sombra, la proyección errónea de mi persona que se estampaba contra la pared en lugar de salir por la ventana arcada que veía en la parte superior, allá donde ya no podría llegar nunca porque nadie estaba preparado a mi alrededor, ni siquiera yo mismo, para asumir que podría conseguir algo que nunca había deseado: la libertad, esa ventana por donde se se fugan las sombras.</div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
Texto: <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com.es/" target="_blank"><b>David Barreiro</b></a></div>
</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #616060; font-family: Georgia, Utopia, 'Palatino Linotype', Palatino, serif; font-size: x-small;"><span class="Apple-style-span" style="line-height: 18px;"><br /></span></span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-71587760456964077592012-03-16T05:44:00.002-07:002012-03-29T09:50:29.023-07:00Después de eso, nada.<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFuHepktogT9zbKuT8dn0EdFSeIqTQTV3o2qd9ZJ_R7LXz58BamSM4RfNFQ0PdcsukGk7qa_dKPkpvCwyMhJU0wl0JFT8mOinlMcr6Xm9-pJKDVj9dOgWKjb8y8OkwdfWeGp7EQzrJx31h/s1600/silueta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFuHepktogT9zbKuT8dn0EdFSeIqTQTV3o2qd9ZJ_R7LXz58BamSM4RfNFQ0PdcsukGk7qa_dKPkpvCwyMhJU0wl0JFT8mOinlMcr6Xm9-pJKDVj9dOgWKjb8y8OkwdfWeGp7EQzrJx31h/s1600/silueta.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
Había leído libros, visto documentales, visitado exposiciones, entrevistado a los especialistas en la materia. Durante ese tiempo no había hecho más que encerrarme en su obra hasta convertirme en uno de sus dibujos, un rostro punteado que frunce el ceño y grita en silencio.<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lichtenstein había comenzado siendo una pasión, había llegado a obsesionarme y, de un modo natural, como una manzana que se pudre en el frutero, se había convertido en un trabajo pesado y anodino.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ya llegaba el final y decidí acercarme para ver por última vez la escultura que presidía el museo. Sabía que, en cuanto entregara la tesis, todo habría terminado. Pudiera ser que su efecto se dilatara unos meses: alguna conferencia en la universidad, quizás un par de entrevistas en la radio o la publicación de un artículo en una revista especializada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después de eso, nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Deseaba que esa nada llegara, poder dejar atrás aquello, salir de allí, alejarme de aquel muchacho que siete años atrás había emprendido una aventura en la que ya no había riesgo ni pasión, tan solo la sensación de caminar, lastrado por una pesada mochila en la espalda, hacia adelante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Contemplaba la escultura cuando, desenfocado en el fondo de mi mirada, lo vi pasar. Distinguí su amplia zancada, la decisión con la que iba de un lado a otro, siempre con prisa, siempre sin tiempo para dar explicaciones, para compartir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Atravesó aquel patio en el que las claraboyas del techo colaban el sol del mediodía y entró. Fui tras él y lo seguí por cada estancia, vi cómo observaba la exposición temporal y la permanente, cómo tomaba notas en una libreta que nunca le había visto, cómo se sentaba en los bancos de madera para contemplar lo que llamaba su atención.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tres horas más tarde salió del museo y lo seguí por la calle hasta que entró en el portal de su bufete.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esperé un rato y lo llamé. Quedamos para cenar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me preguntó por la tesis y le conté que estaba a punto de terminarla con la ilusión que siempre mostraba ante los demás. No me costaba demasiado mostrarme eufórico, no mentía, tan solo había llegado a creerme ese personaje que seguía entusiasmado con lo que hacía. No dije que había estado en el museo esa mañana y tampoco él lo mencionó cuando me contó su jornada: un juicio, varias reuniones, una comida de trabajo, lo habitual.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando salimos del restaurante la calle estaba desierta. Nos dimos dos besos y lo vi irse con las manos en los bolsillos. Me pareció que su amplia zancada, su decisión, se había evaporado. Supuse que echaba de menos a mi madre, aunque nunca me lo dijo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una semana después entregué la tesis. Me hicieron alguna entrevista en la radio, publiqué un artículo en una revista especializada, no di ninguna conferencia en la universidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Desde entonces trabajo en una multinacional del sector del bricolaje. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Supongo que él siguió visitando museos a escondidas, tratando de comprenderme, algo que yo nunca he conseguido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto: <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-62960013770622282042012-03-07T09:09:00.000-08:002012-03-29T09:48:06.778-07:00Tren al pasado<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBmONsfDYAQmqkxCaNiBs0OTyEp7XqfSacK8Ej2W7x_yN8lhd8jWvGKikw4BJgiNoOlvEYT4qIUYtq_hSPoXFwizxNGE0hCVhyphenhyphenQandpAHx029wiwJhagI7ciJjRCWW0hvivtHVjnG6zNx5/s1600/paisaje.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBmONsfDYAQmqkxCaNiBs0OTyEp7XqfSacK8Ej2W7x_yN8lhd8jWvGKikw4BJgiNoOlvEYT4qIUYtq_hSPoXFwizxNGE0hCVhyphenhyphenQandpAHx029wiwJhagI7ciJjRCWW0hvivtHVjnG6zNx5/s1600/paisaje.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Fotografía de <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b></td></tr>
</tbody></table>
A través del cristal no veo tan solo la luz de la tarde empotrada en los graneros, la tierra oscura como una mezcla de ceniza y sol o el cielo entreverado de las nubes marrones del ocaso, el color que ha tomado mi vida en los últimos años.<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A través de la ventana veo también reflejados los cúmulos que viajan a mi espalda, todo lo que he dejado atrás, los días azules, luminosos, febriles y, ya en la sombra, difuso, borroso, mi rostro, el rostro de un hombre ya no tan joven que regresa en el mismo tren que se fue veinte años atrás, aquel chico que se marchó con una maleta llena de lluvia para escapar del pueblo y la adolescencia creyendo quizás que los males de la vida no los curaba el tiempo sino los kilómetros, que buscó en la ciudad una esperanza que, como la línea del horizonte hacia la que ahora se encamina, nunca dejó de alejarse. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Vuelve ahora, tanto tiempo después, y atraviesa el mismo campo que lo vio crecer, ese manto de pana que no lamentó su ausencia al igual que en la ciudad nadie ha preguntado por aquel hombre en cuya maleta nunca paraba de llover, el viajero de este tren que mira la vida desde una cárcel de cristal y regresa ahora a un rincón del mundo que no es posible olvidar: el pasado. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Texto: <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a>
</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-67625399552827536502012-03-01T09:26:00.001-08:002012-03-29T09:49:06.783-07:00El secreto<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE152u2e0nPXomEDCWjgPeNUH52hVwcqtZixo2Uj2T9c__gvaWimq1NCO9xg0xnH8emXSjPUkvFxEZ-O5TWHslTLPM4Is9pKvms_-xUN4GmbQpT4Qg2OSHp98uM6lBPxEEO5tehRNF4GCh/s1600/prv10.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE152u2e0nPXomEDCWjgPeNUH52hVwcqtZixo2Uj2T9c__gvaWimq1NCO9xg0xnH8emXSjPUkvFxEZ-O5TWHslTLPM4Is9pKvms_-xUN4GmbQpT4Qg2OSHp98uM6lBPxEEO5tehRNF4GCh/s1600/prv10.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
– Promételo. <br />
<div style="text-align: justify;">
<br />
Helga nunca aceptaría un no y yo jamás se lo daría. Me miraba fijamente y el sol le iluminaba la cara y los montocitos de pecas apiñadas en las mejillas como constelaciones.<br />
<br />
– Lo prometo.<br />
<br />
– Será nuestro secreto – dijo ella a continuación, y echó a andar por el sendero dejando atrás la oscuridad del bosque, lo que acabábamos de ver.<br />
<br />
Unos días después, cuando llegamos a casa desde la playa, papá esperaba fumando junto al coche. La madre de Helga estaba apoyada sobre la balaustrada del porche con la mirada fija en la pared. En cuanto notó que nos acercábamos, se incorporó y se volvió retirándose las lágrimas de los costados de los ojos.<br />
<br />
– Hola cariño – dijo.<br />
<br />
Helga me miró y yo agaché la cabeza. No sabía mentir, pero si evadía las preguntas conseguiría ocultar la verdad.<br />
<br />
Papá dijo que era tarde, tiró la colilla y la pisó con rabia, como si en lugar de apagarla quisiera que desapareciera.<br />
<br />
– ¿Y papá? – preguntó Helga.<br />
<br />
Parecía que su madre iba a contestar, pero de su garganta salió un gritito ahogado, quizás un suspiro o un lamento, y la respuesta llegó desde la puerta de la casa. El padre de Helga la cruzó tambaleándose con un vaso en la mano, hablando tan alto que el bosque devolvía sus palabras, como si las rechazara.<br />
<br />
– Seguiré siendo tu padre – dijo.<br />
<br />
– Henrik, no – le interrumpió mamá, que salió tras él frotándose las palmas de las manos en la falda del vestido.<br />
<br />
El padre de Helga se calló al instante, miró a papá y se agachó lentamente hasta quedarse sentado sobre la tierra con las piernas dobladas, ligeramente ladeado.<br />
<br />
Helga me miró por última vez antes de que los ojos se le empañaran y echó a correr al interior de la casa.<br />
<br />
Papá se metió en el coche, arrancó y esperó con el motor en marcha. Mamá pasó junto al padre de Helga sin mirarlo, me cogió la mano y subimos. <br />
<br />
Nunca volvimos a pasar juntos los veranos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
<div style="text-align: left;">
<span style="font-size: x-small;">Texto: <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-47459285093323330222012-02-29T09:30:00.000-08:002012-03-29T09:50:58.789-07:00bike, love, herring<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDXyxZ244Tkm6B2PIXEB9mkjvHF9erBmuh-X0k9ZEloaRIG0vJOslAtt_Oxy9TR_bEzl3CJB1Z_D3WSZ71uNG_74XOV2VqyTBFAbqc7OzvEtd3Wi_fhvkKOOoNOwYxvo6xzyFusRRbIf7g/s1600/nubes.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDXyxZ244Tkm6B2PIXEB9mkjvHF9erBmuh-X0k9ZEloaRIG0vJOslAtt_Oxy9TR_bEzl3CJB1Z_D3WSZ71uNG_74XOV2VqyTBFAbqc7OzvEtd3Wi_fhvkKOOoNOwYxvo6xzyFusRRbIf7g/s1600/nubes.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Vas por la calle pensando en tus cosas, ves a alguien al otro lado de la acera y, por un momento, piensas que es ella, pienso que eres tú. Dura tan solo un instante, un fragmento tan mínimo de tiempo que es imposible nombrar sin adentrarse en el fango de la ciencia, tan lejos del lenguaje común que usábamos para entendernos, aquel inglés elemental compuesto únicamente de presente de indicativo, de palabras sencillas y útiles en aquel verano danés: <i>bike</i>, <i>love</i>, <i>herring</i>.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Te recuerdo así, mirando hacia un lado, saliendo de la maleza, bajo el edredón nórdico de nubes que se zambullían unas dentro de otras como la madre que trata de escapar de la botella de sidra en la que está atrapada. Me acuerdo de tus camisetas, tu manera de andar, tu acento agreste, la risa, el pelo húmedo, el olor a jabón, las gaviotas, pero tu rostro se difumina en mi memoria como aquel manojo de tardes sentados a la orilla del Báltico, juntos en aquella fracción de nuestras vidas que alguien escribió en la pizarra y a los pocos segundos tachó, dejando así marcado con el sello de lo imposible aquel binomio creado en el interior de un paréntesis que, terminado el verano, llegada la noche, resuelta la ecuación, el profesor –el otoño, el tiempo, la vida– borró.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-10762919492256561262012-02-28T06:49:00.001-08:002012-03-29T10:01:28.017-07:00Para siempre<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMZlhLdkBb9grWnT5DGjGG6MgweHfyA4P1w3xzwCLU45C2bjUWgzkPKYfiCPoznl8J3vrrEwRnf8JYq5Ah80ue1Cn-8BS3sDOfsx7RVEidk6VJnS3tOQ87_U0JrfVEqfX4U4HQJeAQelPL/s1600/woman.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMZlhLdkBb9grWnT5DGjGG6MgweHfyA4P1w3xzwCLU45C2bjUWgzkPKYfiCPoznl8J3vrrEwRnf8JYq5Ah80ue1Cn-8BS3sDOfsx7RVEidk6VJnS3tOQ87_U0JrfVEqfX4U4HQJeAQelPL/s1600/woman.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
<style>
@font-face {
font-family: "Times New Roman";
}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 0.0001pt; font-size: 12pt; font-family: "Times New Roman"; }table.MsoNormalTable { font-size: 10pt; font-family: "Times New Roman"; }div.Section1 { page: Section
</style>Has salido un momento o te has ido para siempre no lo sé porque no he querido preguntar por miedo o por orgullo y me levanto y me ducho y me pongo cualquier cosa y salgo de casa y bajo la calle y cruzo la plaza y entro en el café en aquel café donde una tarde de invierno te vi sentada en una mesa afilando un lápiz y te miré hasta que levantaste los ojos hacia el espejo y le sonreíste te sonreíste a ti a la chica que afilaba un lápiz dentro del espejo que después me miró y de algún modo que no supe hasta meses más tarde me dijo que sí que vale que ahora que ya que siempre pero siempre no fue claro siempre fue más bien entonces allí ese momento nada más encerrados en un lugar y un instante en un café con las paredes repletas de libros y cuadros y lámparas y mesas cubiertas de botellas de cristal y tazas picadas y camareros atareados y mujeres que recuerdan a sus maridos y maridos que olvidan a sus mujeres y hombres llenos de pasado que lo reinventan en libretas anilladas y entro decía en ese nuestro café y me siento en una de las mesas y cojo el periódico y pido un café con leche y quema muchísimo claro porque tiene que ser así tiene que quedarte grabado en la lengua tiene que recordarte durante todo el dia que has estado allí tomando café y paso las páginas de atrás hacia delante y por unos minutos me olvido de ti porque hay tantos deportes en el mundo y tantos libros publicados y tantas noticias de economía y tantas inauguraciones y tantos discursos de políticos y tantos anuncios clasificados que no me acuerdo de ti pero ya sabes que no es cierto que no me olvido de ti lo confieso no dejo de pensar en ti por muchas columnas que tenga la noticia o mucho que queme el café ni siquiera dejo de pensar en ti cuando me fijo en una chica de una mesa cercana que descansa la barbilla en la mano y mira hacia el vacío del futuro y que se parece a ti pero no eres tú y yo me parezco a mí pero no soy yo y termino de leer el periódico y observo a un grupo de estudiantes junto a la pared que gritan y se ríen y se dan puñetazos en el hombro como si creyeran que la vida es solo eso que en la vida no hay domingos por la tarde y me levanto y la chica que se parece a ti no me mira cuando me voy aunque la busco en los espejos en esos espejos donde solo estás tú y salgo y cruzo la plaza y subo la calle y entro en casa y no estás y sé que no has salido un momento sino que te has ido para siempre. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Texto: <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b><br />
<br />
<br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-23443553205955160132012-02-23T09:17:00.000-08:002012-03-29T10:01:41.451-07:00Adiós a mitad de un párrafo<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQQBvALrjufdFX5FFMh22LI5KnduIjJXmkV6wzILC1kBmC9qBZdpde9WioyJ-HESp0zHq9kunu2X-12COcXoKh9thxZBWYDQNF7ifi8eLJBZ7YCVQngxySsLGXO1tCtlBEhloXqI-disOX/s1600/chicaalsol.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQQBvALrjufdFX5FFMh22LI5KnduIjJXmkV6wzILC1kBmC9qBZdpde9WioyJ-HESp0zHq9kunu2X-12COcXoKh9thxZBWYDQNF7ifi8eLJBZ7YCVQngxySsLGXO1tCtlBEhloXqI-disOX/s640/chicaalsol.jpg" width="426" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
En la última carta que me escribiste ya no había sobre ni tinta ni lágrimas que ondularan el papel, no había más que la despedida dura y porosa, sin alma ni peso, como piedra pómez, en la que decías adiós a mitad de un párrafo, como el que deja caer un envoltorio en la acera cuando piensa que nadie lo ve.<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La última carta que me escribiste era un e-mail sin asunto ni sentido que leí sentada en la silla de madera bajo el visillo de la tarde, en ese afluente en cuesta de la Gran Vía que tantos días recorrimos juntos buscando un apartamento "coqueto y exterior".</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Salí a la calle para leerla porque sentía que me ahogaba entre las paredes de esta casa que es ya solo mía y te imaginé escribiéndola con tus nociones avanzadas de ofimática y tu cigarrillo en la boca, sin necesidad de mirar las letras borradas ya sobre las teclas ni de dar un trago de agua ni de suspirar. Supuse que habrías embalado ya tus libros de escritores rusos y habrías metido todas tus muñecas rusas unas dentro de otras y habrías enrollado aquel horrible póster de San Petersburgo antes Leningrado antes Petrogrado antes qué sé yo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y maldije tu frialdad siberiana, esa que de tanto te servía para escribir necrológicas en aquel periódico de mierda que siempre decías que ibas a dejar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero no, no lo dejaste, sigues ahí, tan solo dejaste a la chica rubia, pálida, alta y de ojos azules, que parecía rusa pero no lo era ni nunca lo será y que, por mucho que le joda, imbécil, no te ha conseguido olvidar.</div>
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: left;">
Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"><b>David Barreiro</b></a></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"><br /></a><br />
<a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"><br /></a></div>
<br />Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-60894231570052180892012-02-20T09:49:00.002-08:002012-03-29T10:03:13.329-07:00El universo en un quiosco pintado de verde<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSRZeGaHPvT_rmcDLXMuw1tBxp6Juri0XlZeyeKJjnnBdFWqWC-VAErTNezc9FyhZzbnTbjThyphenhyphenS9QfGXTBK0UxbitA8neIUlwGq5xnsSSvYyardAf4b4RlH8dSj-0PS1ogTBYNB-WalxRW/s1600/caseta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgSRZeGaHPvT_rmcDLXMuw1tBxp6Juri0XlZeyeKJjnnBdFWqWC-VAErTNezc9FyhZzbnTbjThyphenhyphenS9QfGXTBK0UxbitA8neIUlwGq5xnsSSvYyardAf4b4RlH8dSj-0PS1ogTBYNB-WalxRW/s1600/caseta.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: left;">
De niño pensaba que las noches eran en todas partes tan naranjas como aquí, como en esta avenida de la ciudad en la que, entre árboles desnudos y bajo nubes acolchadas, en un quiosco pintado de verde, pasó la vida mi padre.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
Solía sentarme a hacer los deberes en un banco al otro lado del paseo a la espera de la hora del cierre y lo observaba sumido en aquel universo de papel conformado por los periódicos del día, las revistas semanales y montones de libros de viejo apiñados en los rincones ávidos de los lectores que nunca llegarían a tener.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
Para mi padre, el mundo se reducía entonces a ese pedazo de calle por la que transitaba la vida, esa existencia compuesta de algunos clientes habituales, otros esporádicos y la gente que pasaba de largo, cruzaba con él una mirada fugaz y, al instante, lo olvidaba. Aquella era su ventana y ese era su paisaje: el rostro abotargado por el frío de una elegante mujer que se llevaba la prensa económica o la mirada torva de un profesor de instituto jubilado que hojeaba novelas que nunca se decidía a comprar.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
Extendido ante él estaba ese mundo ficticio de titulares, fotografías y columnas periodísticas que no era más que una ilusión, un divertimento, porque la verdadera realidad no era otra aquel tramo de avenida en el que las noches eran naranjas y el tiempo no dejaba de pasar.</div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-53045055648908795422012-02-17T04:16:00.000-08:002012-03-29T10:03:38.586-07:00Bajo el sol diagonal<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSFyZzK-1Km8M6H3b9Y7miycSVALN985aokOChpp8WBOpuGm6YTRSZvWF8RtCNOZ25GhOu5hUY11U8sXlSV07g1GPc95c1vk-McwBF428DmJtC3UDuctDTDZ57d9NeV3zJ7rH_D0uXvEdt/s1600/_MG_0138.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSFyZzK-1Km8M6H3b9Y7miycSVALN985aokOChpp8WBOpuGm6YTRSZvWF8RtCNOZ25GhOu5hUY11U8sXlSV07g1GPc95c1vk-McwBF428DmJtC3UDuctDTDZ57d9NeV3zJ7rH_D0uXvEdt/s640/_MG_0138.jpg" width="425" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de<a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b> Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
No recuerda ya el repiqueteo de la lluvia contra la ventana del salón ni el olor del asfalto mojado ni tampoco lo que cenó la noche anterior. Todas las mañanas el mismo sol y las mismas penurias: el desayuno frugal, la batería de pastillas, el pasillo oscuro que atraviesa como una esclusa, el aparador del vestíbulo con fotos de otro tiempo, ese olor a mediodía vecinal en el rellano.<br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El borsalino marrón bien calado le protege de la luz del invierno, del sol diagonal, metálico, y también de las miradas ajenas, del ajetreo de la muchedumbre que va de acá para allá, siempre con prisa, siempre de paso, no como él que naufragó aquí, en el centro de una ciudad llamada Madrid, una isla de ladrillos y acacias, de tascas y hormigón, ese lugar al que vino para quedarse un mes que duró cuarenta años y en el que conoció a una mujer que ya no está, que tan solo le dejó y que le dejó, tan sólo, los rescoldos de su aroma en el armario.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ya no conoce a nadie en la calle y pasa por las pintarrejeadas persianas de los sitios que un día frecuentó y que han echado el cierre a la espera de tiempos mejores. Tiempos mejores, dice, y se ríe recordando el vino, las rosas, la juventud, la vida. Ha merecido la pena, piensa, antes de entrar, como cada mañana, en la farmacia.</div>
<br />
Texto de <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b><br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-74345062578599687942012-02-16T02:10:00.000-08:002012-03-29T10:03:52.636-07:00Días grises<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY0CcI7WSGYstNwz8bGrdUE8TUUXoUS1SmOkN9RhA4PZlfj6YGbhtLKDlIe8XnjBCGqR5-sS785_fcfivvEITtcfULhjnskRUCFskUBrK5YhzeO-pu3i7tdC8BL_4X9pqe6qKn5MQHMJGc/s1600/_MG_2828.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY0CcI7WSGYstNwz8bGrdUE8TUUXoUS1SmOkN9RhA4PZlfj6YGbhtLKDlIe8XnjBCGqR5-sS785_fcfivvEITtcfULhjnskRUCFskUBrK5YhzeO-pu3i7tdC8BL_4X9pqe6qKn5MQHMJGc/s640/_MG_2828.jpg" width="426" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Resulta sorprendente cómo el tiempo no se ha conformado con devastar de la memoria cada detalle de aquel viaje –el olor de la maleta, el cansancio, los sonidos, la sonrisa de mamá– sino que ha tenido que borrar también los colores dejando únicamente en mi recuerdo un universo de distintos matices de gris: el gris oscuro de mi abrigo, el gris estriado y desvahído del suelo de aquel parque al que nunca regresé, el gris del cielo, el gris marengo salpicado de lunares de nuestros gorros. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Marta, siempre tan inquieta, sale borrosa en la imagen, como si tratara de escapar, y pienso, cuarenta años después, ahora que mi hermana ya no está y no puede tocar este papel brillante ni derretir con la yemas de sus deditos blancos las sales de plata que el tiempo trata de devorar, que la fotografía que papá nos sacó aquel último día del viaje refleja mejor que ninguna otra cosa lo que fuimos: ella alguien que quería huir, alejarse, partir, que deseaba subirse a un mundo vertiginoso mientras yo, tan adusta y seria, permanecía inmóvil a su lado tratando de ser esa mujer mayor en la que el tiempo me ha convertido. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sé que para algunos mi hermana vivió muy poco, creen que su tren descarriló demasiado pronto, pero tengo la sensación de que su tiempo fue suficiente, que nunca necesitó estar aquí tanto como yo, atrapada en esta rutina lacerante, protagonista de estos días grises como aquellos, tan iguales, que se marchitan sin más incentivo que recordar lo que la vida pudo haber sido y nunca fue, sin otro interés que llegar a casa cada tarde y soñar el pasado mientras miro esta vieja fotografía. </div>
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Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"><b>David Barreiro </b></a>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-61533043480209338832012-02-14T09:13:00.000-08:002012-03-29T10:04:09.214-07:00El último verano<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7j_6_86IrP4NsQZa4sYZoEjr_L_cYwbIy-zvA3zwvJK5cea89mt4KzH3s48YNvvl0qtRZkk255xA1yW56ZMZimwrrM7HrVoiMiNHkP4iWyH5NGBwA-TjVEp-RlSDVGkI2aeL5_1hmMlCO/s1600/_MG_3127.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7j_6_86IrP4NsQZa4sYZoEjr_L_cYwbIy-zvA3zwvJK5cea89mt4KzH3s48YNvvl0qtRZkk255xA1yW56ZMZimwrrM7HrVoiMiNHkP4iWyH5NGBwA-TjVEp-RlSDVGkI2aeL5_1hmMlCO/s640/_MG_3127.jpg" width="426" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></td></tr>
</tbody></table>
<style>
@font-face {
font-family: "Times New Roman";
}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 0.0001pt; font-size: 12pt; font-family: "Times New Roman"; }table.MsoNormalTable { font-size: 10pt; font-family: "Times New Roman"; }div.Section1 { page: Section1; }
</style><br />
<div style="text-align: justify;">
<style>
La@font-face {
font-family: "Times New Roman";
}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal { margin: 0cm 0cm 0.0001pt; font-size: 12pt; font-family: "Times New Roman"; }table.MsoNormalTable { font-size: 10pt; font-family: "Times New Roman"; }div.Section1 { page: Section1; }
</style>La pared del acantilado se adentraba en el mar como una enorme encía y el agua se adentraba en la playa como una lengua azul y en aquel paladar que abovedaba el cielo estábamos nosotros cuando caía ya la tarde y la gente se recogía, húmeda y feliz, llevándose en la piel las trazas del baño.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También estaba Ana, claro, sus ojos inflamados por el salitre, sus pies pequeños y morenos, su trenza alambicada, que nos miraba desde la distancia que marca lo inalcanzable, tiritando, envuelta en una toalla y , sin hablar, nos empujaba a subir más alto y saltar más lejos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y saltábamos –desde más alto y más lejos– para que Ana nos viera hacerlo y porque allí, en el aire y en el fondo del agua ocre de la tarde, éramos capaces de detener el tiempo. </div>
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<br /></div>
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Pero llegó el final, nos atrapó septiembre y cuando meses después volvimos a la playa, ya no había piedras desde las que saltar, ni hierba en la que Ana pudiera sentarse, ni eucaliptos en el horizonte, tan solo aquellas vallas que anunciaban la llegada de un mundo nuevo, un mundo que no era el nuestro, un mundo de cemento que nos indicaba que habíamos dejado atrás el último verano.</div>
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Texto de <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro </a><br />
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<br />Unknownnoreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-37783135622784232702012-02-12T09:05:00.000-08:002012-03-29T10:04:50.963-07:00Pont Marie<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
</div>
<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5ygmbQSAYMYEAvCsBg7umTIATwsEW9jIMYd8NgT00rrZkwbHlM3KltyNIk-51zPsUUgXAxxj6bHY6sl8JlzuINLbB9dI4jxfKzVuhy7KfcWO0MODogrMTXlNOT9g5PCbyZewHZWwadv7e/s1600/sena.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5ygmbQSAYMYEAvCsBg7umTIATwsEW9jIMYd8NgT00rrZkwbHlM3KltyNIk-51zPsUUgXAxxj6bHY6sl8JlzuINLbB9dI4jxfKzVuhy7KfcWO0MODogrMTXlNOT9g5PCbyZewHZWwadv7e/s1600/sena.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <b><a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank">Olaya Pazos</a></b><br />
<br /></td></tr>
</tbody></table>
<div style="text-align: justify;">
Esperaba tumbado en la cama viendo el humo del cigarrillo que salía de mi cuerpo, como una promesa incumplida o una mentira piadosa, y se enroscaba alrededor de la bombilla desnuda y apagada y te imaginaba ante el ventanal de la ferretería de la rue Falconnier –aquella obsesión metálica y cilíndrica por tuercas y tornillos– y me levantaba y sacudía la sábana despojándola de los pedazos de noche, del sudor frío, de la ausencia de sueños mientras tú sorteabas las bandadas de turistas, los coches atascados, los semáforos en rojo y cruzabas tu puente, el pont Marie, y ya sí, ya entonces abría la ventana y te veía pasar por el Quai de Bourbon con las manos en los bolsillos y la mirada en los adoquines como arrastrada por la corriente de aquel Sena turbio y gélido como nosotros y entonces no eras más que eso, una mujer que pasa, alguien que se va, no la piel húmeda y la voz que susurra y el olor a madrugada y el silencio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces no eras aquel silencio y así quise recordarte siempre, unos pasos que se alejan entre el ruido de la calle al despertar. </div>
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<span style="font-size: small;">Texto de: <b><a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank">David Barreiro</a></b>.</span><br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2216330394523587218.post-84569265317978122902012-02-10T08:51:00.000-08:002012-03-29T10:05:07.368-07:00Aquella carretera<table align="left" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBwP5TwSZhzsXSXv37Ac5R5DuQwr-3xlJbbG0TAYvgeT9hjYVTBhQLoCSaU-68yw8HOHuvma4Q6NyY1QDShwDsF4_Ur8eI32q_WDyoomQBo_cYSChpBaqhRZsALSKziAPFViTzJcJtZ24X/s1600/melanc1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBwP5TwSZhzsXSXv37Ac5R5DuQwr-3xlJbbG0TAYvgeT9hjYVTBhQLoCSaU-68yw8HOHuvma4Q6NyY1QDShwDsF4_Ur8eI32q_WDyoomQBo_cYSChpBaqhRZsALSKziAPFViTzJcJtZ24X/s1600/melanc1.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto de <a href="http://www.olayapazos.com/" target="_blank"><b>Olaya Pazos</b></a></td></tr>
</tbody></table>
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<div style="text-align: justify;">
Eran las gotas secas de una lluvia anterior, una lluvia ya lejana, de ayer quizás, o de siempre o puede que fueran, pienso ahora, muescas de aquel sol taciturno que se abrió paso entre las nubes, que buscó su sitio después de la tormenta y se posó sobre el cristal. Quizás, quién sabe, no fueran más que sombras de otro tiempo, el primer atisbo del otoño, la miopía del amor.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No había más que norte allí, ese norte asfaltado y húmedo y esa curva de la carretera que era como el molde frío y acerado de tu cuerpo, esa cadera que echaba a andar cuando se avecinaba el temporal, cuando amenazaba la noche, esa noche que nos sorprendió a la intemperie, uno a cada lado del arcén, lejos de una ciudad, una casa, un nido, sin más luz que nuestras sombras, sin más esperanza que aquel adiós, sin una razón para quedarse.</div>
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<span style="font-size: x-small;">Texto: <a href="http://davidbarreiroblog.blogspot.com/" target="_blank"><b>David Barreiro </b></a></span><br />
<br />Unknownnoreply@blogger.com6